SENAME, LOS MUROS DE LA ORFANDAD / by Natalie Seve

 
 

Como chilena, mujer, ciudadana y Codirectora de una compañía teatral para la primera infancia con más de ocho años de trayectoria en arte y educación, viendo de muy cerca todos los días lo que es la realidad de guaguas y niñ@s en nuestro país, el empeño de miles de familias y profesionales por resguardar las mejores condiciones de vida posibles para ellos, por hacerse conscientes de sus necesidades físicas, mentales y espirituales, por estar a la altura de los derechos de una infancia que exige cada día ser respetada a nivel mundial, siendo testigo del gran esfuerzo que cientos y cientos de voluntades anónimas entregan para que niños del norte, centro y sur de Chile puedan reafirmarse en su autoestima, encontrar sentido en su existencia y finalmente ser felices, teniendo claro que es mucho más potente la fuerza que quiere entregar lo mejor a la infancia temprana, que la desidia o falta de compasión hacia nuestros niños, me pregunto: 
¿A qué intereses tan bajos y fuera de todo rango de humanidad obedece la clase política chilena? 
Promueven en el discurso ideas de reconciliación social y tolerancia desde hace décadas y con sus acciones dejan en claro que no les importa en lo absoluto la vida de los más de 1.300 niños muertos bajo la responsabilidad del SENAME ¿Serán para ellos, sólo unos pobres huachos cuyas vidas claramente no valen lo mismo que las de los niños de otras clases sociales?
¿Qué ideas siniestras sobre la infancia permanecen alojadas en lo más profundo de nuestra psiquis social sin que queramos verlas..? 

Quizás los políticos de nuestro país (y no sólo los congresistas que rechazaron el informe de la comisión investigadora SENAME II en 2017) estén sacando a flote una manera de ver la infancia oscura y desprovista de sensibilidad, de la cual participamos subconscientemente. 
La historia de Chile comienza casi simultáneamente con el nacimiento de un niño al cual se le llamó Huacho desde su infancia temprana, que con el tiempo se le consideró como el “padre de la patria” y que a casi 240 años de su nacimiento, se le sigue llamando de la misma dolorosa, ofensiva e injusta manera. De él para abajo, el “huachismo” ha sido el modo habitual de la infancia para millones de niños chilenos, que han crecido en la desprotección total y que han terminado siendo un número de las enormes cifras (oficiales y ocultas) de niños “delincuentes”, muertos y desaparecidos de nuestra historia. 
Por contraste, en los pueblos ancestrales la figura del niño “huacho” no existe. Cuando un niño o niña queda huérfano, es adoptado por la comunidad la cual a su vez asume de manera natural el rol de la madre, padre o ambos. 
Nunca está solo el que se siente acogido en el amor de una tribu, ni nunca se rebela el que sabe quien es y es reconocido. Ni contacto con la naturaleza, ni memoria, ni sentido de pertenencia, ni resguardo físico, ni las condiciones fundamentales para poder vivir de manera segura y digna se les está entregando a los niños institucionalizados en el SENAME. ¿Cómo es posible que se haya perdido toda la sabiduría ancestral hacia la concepción de la infancia, para llegar a transformarnos en un pueblo GENOCIDA DE NIÑOS?

¿Con qué humanidad estamos recibiendo a los seres que nacen en Chile? ¿Con nuestro máximo aprecio por el simple existir del otro, o con el huacho interno bruto que sólo piensa en aprovechar las oportunidades de poder y materiales que se le puedan ofrecer? porque al sentirme huacho de familia, de alma, de reconocimiento, de nombre, de atención, de riqueza, de justicia, sea cual sea mi origen social, creo que la vida Me Debe y que mientras yo reciba me importa una mierda el sufrimiento, la felicidad, los derechos, la vida o la muerte de los otros… 
Esta herida es responsabilidad de cada uno, y está en las manos de cada adulto el asumir qué hacer con ella y cómo restaurar el territorio de su infancia interior. 

Es posible que si rescatamos al niño y niña maltratadx que reside dentro nuestro, si lo sacamos de ese SENAME interno en donde no es honrada nuestra propia historia temprana, si hacemos un proceso de resignificación de ese dolor y nos damos cuenta de que llegar a adulto en este plano, planeta y país YA ES UNA VICTORIA, puede ser que dejemos de ser “buenos” con los niños sólo por el hecho de que hay que serlo, que empecemos a ver al ser humano como el merecedor de lo mejor de la vida, Sólo por el Simple HECHO DE EXISTIR, y que honremos con un compromiso intransable las infancias tempranas de todos los niños y niñas, partiendo por el interno, aquel que está esperando que acojamos. 
Puede ser, que sin VEN su propia herida, hasta los integrantes de la clase política chilena adopten su infante dolido y dejen de exigir afuera lo que se tienen que propiciar de manera auténtica, individual, amorosa desde adentro.. 
Sanar ese desamparo de cada uno, volver a ver nuestros ojos llenos de la sacralidad con la que el niño y el indígena ven la vida y la naturaleza… como en el cuento de Oscar Wilde, el amor de un pequeño niño puede rescatar al gigante egoísta de los muros de su orfandad.. 

Natalie Sève
Codirectora Amnia Lab